Halloween (I): Promesas del gran cambio

8 noviembre 2019

El Carnaval aproxima, reúne, caza, amalgama lo sagrado y lo profano, lo alto y lo bajo, lo sublime y lo insignificante, la sabiduría y la tontería. (Mijail Bajtin: Carnaval y Literatura)

James Ensor: Autorretrato con máscaras

  • Sabiduría del Carnaval. Durante unos pocos días y en forma festiva, se ignoran las leyes y todas las barreras al deseo se derriban. Después, la ceniza marca el tiempo del duelo por uno mismo, por el exceso que asumió el control durante la ordalía, sabiendo que también eso habrá de pasar.
  • El Carnaval no deja finalmente nada a nadie, dice la gente solemne y se equivoca. Deja pasar la oportunidad de hacer los cambios tan sentidos, que hubieran podido encararse en ese momento, y en medio del ruido son abandonados. Posterga para no se sabe cuándo la próxima crisis, que en el mejor de los casos otros habrán de encarar.
  • Nunca te sientes solo cuando te sumas a la comparsa. Esperas que te aplaudan, sin importar lo que hiciste o dejaste de hacer. Te despreocupas de las consecuencias. Te has vuelto invencible al incorporarte a un grupo. Eres al mismo tiempo tan imposible de ignorar como invisible.
  • Salirse de uno mismo suele ser vivido por muchos como un instante de suprema libertad. ¿Puede prolongarse? Vivir fuera de sí es un desafío condenado al fracaso. Tarde o temprano la rutina se impone al desenfreno. Si alguien no quiere instalarla por su cuenta, los demás lo obligan.
  • Alegre parece en ocasiones la destrucción, porque la construcción suele ser siempre más penosa. Tentador puede ser el desenfreno, porque muchos deciden diluir sus responsabilidades personales, cuando pasa de moda el raciocinio.
  • Si uno participa en la ruptura del orden establecido que plantea el Carnaval ¿quién es uno después de pasado el entusiasmo? Alguien que preferiría olvidar el momento en que se abandonó a impulsos habitualmente controlados, para no quedar atrapado en esa imagen que algunos aplauden y sin embargo cuesta justificar.
  • Uno quiere olvidar ciertas actuaciones de sí mismo que prosperaron al calor del entusiasmo, porque reconocerse en ellas, implicaría confesar que uno ha sido en algún momento y a pesar de las represiones habituales, aquello que en otros suele rechazar.
  • ¿Cómo dejar de lado los malos pasos que se dieron sin pensar en las consecuencias, las debilidades que pudieron ser evitadas, las traiciones que se acumularon, el descontrol que se celebró en compañía? ¿Cómo negar aquello tan penoso que tal vez otros ignoren y sin embargo uno recuerda?
  • Hay futuras víctimas que pueden ser hoy alegres victimarios. Ojala olviden su exaltación actual, para no quedar fascinados por la memoria de lo que pudieron haber evitado.
  • Si uno justifica el despojo, ¿quién es uno? Alguien que se ofrece para ser víctima de un próximo despojo, en una espiral de violencia que tal vez no sea eterna, pero mientras tanto arrastrará a unos cuantos.
      James Ensor: Banquete del hambre
  • Después de quebrarse los pactos de convivencia, ¿cómo volverse a mirar sin temor las caras? Te veo (me ves) en adelante sin demasiadas opciones, como posible enemigo o posible cómplice.

¡Qué natural es destruir lo que no podemos poseer, negar lo que no entendemos e insultar lo que envidiamos! (Honoré de Balzac)

  • La Revolución, como el Saturno de la mitología, devora a sus hijos, para producir finalmente despotismo, con las inevitables calamidades que lo acompañan. Lo dijo Pierre Victurnien Vergniaud, revolucionario y  víctima de la Revolución Francesa.
  • Hacer la Revolución no es ofrecer un banquete, escribió Mao Zedung, que algo sabía del tema. Los protagonistas no tardan en descubrir de un día para el otro, que les reservaron un lugar porque son el plato principal que otros devoran.
  • Me entrego a impulsos que siempre estuvieron en mí; los mismos que gracias al temor a la represión social habían permanecido bajo control. Veo cómo me libero de tomar decisiones complejas pensando en sus consecuencias. De acuerdo a las evidencias, estoy perdido.

Cuando algo es urgente, ya es demasiado tarde. (Charles Maurice de Talleyrand)

  • Hubo un momento en que el zombi prueba por primera vez el sabor de la carne humana. Si le gusta y su apetito continúa, ha comenzado a comportarse como un monstruo y solo puede esperar que lo traten como tal. Asusta y por eso van a destruirlo.
  • Hay una solidaridad en lo mejor de cada uno, donde ya no importa quién es uno, quién es otro, cuando somos nosotros. Suele durar muy poco, pero vale la pena recordarla, porque hasta su brevedad alegra la grisalla del egoísmo.
  • Hay una solidaridad en lo peor de cada uno, que se impone fácilmente en una crisis. Cuando la represión queda en suspenso o quizás vuelva a imponerse y poco importa que uno intente detenerla, ¿por qué no violar todas las normas, si al hacerlo en compañía deja de parecer un error?
  • Dar por olvidadas las infracciones acumuladas durante la fiesta, no es aceptarlas. Es el precio para intentar algún futuro, aunque sea éste de las heridas que no siempre se han cerrado y quedan a la vista de todos, incluso de quienes no tienen idea de cómo llegaron a producirse.
  • Probablemente no es disfraz, sino implacable desnudez, lo que se revela en Halloween. La máscara destapa aquello que simula encubrir. Allí están las fantasías más oscuras. Allí está lo que uno opina sobre sí mismo. Rara vez agradable. Tal vez trivial, también horrible.

    James Ensor: Entrada de Cristo en Bruselas

  • Resaca de Halloween: las máscaras han caído y ahora podemos vernos tal como somos: bastante más feos y desprotegidos que durante el frenesí de la fiesta. Más de uno cierra los ojos para evitar enterarse.
  • Basura de Halloween: tanto la insubordinación que asustaba a algunos, como el mensaje de las burlas que otros descifraban con dificultad, fragmentados, en desorden, fallidos en su mayoría, ya no expresan nada.

Irrupción de la vida festiva a través de la cual ocurre una fuga o escape del orden vigente, para inaugurar algo así como una segunda existencia, que contradice desde luego la congruencia identitaria instituida por las relaciones sociales y por la reiteración del régimen discursivo en el que se habita. (Raúl Ernesto García Rodríguez: La carnavalización del mundo como crítica: risa, acción, política y subjetividad en la vida social y en el hablar)


Bienvenidas las desilusiones (I)

19 May 2018
  1. Bienvenida la esperanza, por estúpida que le parezca al resto del mundo, porque antes del inevitable desencanto, que no tarda en ponerle fin, otorga un breve atisbo de sentido a la vida. ¿Importa dejarse engañar más de una vez, declararse siempre disponible a ser engañado, aunque solo sea por un rato?

    Jan Svankmajer: Alice

  2. Bienvenida la discordia, que impedirá el olvido de los objetivos mezquinos. Mientras ella reine, nos enfrentaremos unos a otros, buscando sacar ventajas mutuas y demorar los acuerdos, que sensatamente deberíamos haber aceptado desde el primer momento.
  3. Bienvenida la desilusión, porque a pesar del dolor que causa, también nos alimenta con la evidencia de que probablemente no vamos a permanecer engañados todo el tiempo. Despertar no es lo peor que puede sucedernos, aunque la realidad no siempre resulte demasiado agradable.
  4. Bienvenido el silencio que nos deja a solas con fantasmas y proyectos, sin otros intermediarios que el tiempo y la resignación para dejar que se desvanezcan o concreten. Nada nos distrae. Solo nos queda por enfrentar la evidencia de nuestros límites.
  5. Nada humano debería serme del todo ajeno. ¿Quién soy yo, que pueda reclamar excepciones? ¿Por qué rechazo en otros, lo que sin pudor acepto en mí? La grandeza y la miseria me habitan por igual, pero no las reconozco ni las acepto con frecuencia. Debo estar atento, porque apenas he comenzado a descubrirme.
  6. Bienvenidas las patrañas de todo tipo que aceptaste a lo largo de tu vida, conviene recordar (para tu autoestima) que nunca por demasiado tiempo ninguna, y te demostraron que con bastante esfuerzo de tu parte podías librarte de ellas (quién sabe qué sucederá con la próxima).
  7. Bienvenida la ignorancia, que en tantas ocasiones se impone durante la búsqueda del conocimiento, y a la vez promete ser derrotada por aquel que se esfuerce en hallarlo. Podrá interferir, pero será vencida.

    Raquel Forner: Éxodo

  8. Bienvenida la verdad, que no es demasiado frecuente en este mundo y ni siquiera permite creer que uno se ha convertido en su dueño definitivo; la verdad se alcanza tras no poco esfuerzo y a continuación nos elude, se escurre, obligándonos a buscarla de nuevo.
  9. Bienvenida la orfandad, que te obliga a decidir si vas a dejarte morir ante la sorpresa del primer obstáculo que se te cruza en el camino, o si te las compondrás para superarlo de algún modo, aunque todavía no sepas cómo.
  10. Bienvenida la traición, porque me recuerda que no debo confiar demasiado en las primeras impresiones, demasiado favorables, comenzando por mí, que no termino de conocerme y no quisiera sorprenderme un día de estos, justificando aquello que en rigor carece de justificación.
  11. Bienvenida la oscuridad, que me obliga a suspender cualquier intento de abarcar el mundo con una sola mirada. No es posible. Todo resulta siempre más complejo (o tal vez más simple) de lo que alcancé a concebir. Debo seguir buscando el sentido, sin obtener suficiente certeza.
  12. Bienvenida la luz, siempre que no te ciegue, porque te evita andar a tientas y te obliga a recordar que te deja expuesto ante el juicio de los demás, tal como ellos se encuentran expuestos a los tuyos.
  13. Bienvenida la embriaguez que no sueles concederte con demasiada frecuencia, porque no la experimentas como un escape efectivo, sino como una alternativa inútil, que te devuelve al punto de donde partiste, pero sin fuerzas. Aunque solo sea por eso, prefieres postergarla.

    Pablo Picasso: La Alegría de Vivir

  14. Bienvenido aquello que habitualmente rechazabas, porque te obliga a revisar tus fronteras habituales, tal vez para ampliarlas, quizás para borrarlas definitivamente. ¿Qué podías perder en el proceso? No mucho más que una retractación. Eso no cuesta nada.
  15. Bienvenida la lucidez que soy capaz de tolerar, siempre que me convenza de la necesidad de no ceder a la tentación de echarme a dormir con lo que di por aprendido. Hay que afrontar el riesgo de continuar pensando y continuar equivocándose.
  16. Bienvenido el deseo, que pudo haberte sometido a su mandato, aunque luego se desvaneciera, dejándote humillado y satisfecho a la vez, cuando te ofrece la posibilidad de lamentar su poquedad, tras haber ocupado la totalidad del mundo que percibías.
  17. Bienvenida la humillación, porque me obligará a decidir si estoy dispuesto a tolerarla (esperando que se repita como un castigo que en el fondo merezco) o si aprenderé a evitar las circunstancias que la hicieron posible (porque nadie tiene el derecho de someterme a ese maltrato).
  18. Bienvenido el asco, porque no hace falta pensar mucho para reconocerlo, porque señala una frontera. En esa dirección, te advierte, es imposible avanzar o detenerse. Hay que retroceder, ya retrocediste antes de decidirlo. Eso evita males mayores.

    James Ensor: Esqueletos peleando

  19. Bienvenida la resignación que finalmente se impone ante las grandes pérdidas, porque te obliga a pisar terreno firme y tomar las decisiones inevitables que cualquier otro en tu lugar tomaría, siempre que no sean prematuras, ni opuestas a la opinión de la mayoría.
  20. Bienvenidos los adversarios, incluyendo los encubiertos, porque te hacen saber quién eres efectivamente, de qué lado te encuentras, la cuestionable coherencia de tus proyectos y la discutible justicia de tus convicciones. Gracias a ellos eres quien aprecias ser.
  21. No acepto que me uses, ni siquiera después de convencerme de que (por simple descuido, por estupidez) yo acepte ser usado. Respétame y seré tu aliado. Al usarme, te advierto que me obligarás a convertirme en tu enemigo.

Lee el resto de esta entrada »


¿Estás ahí?

4 marzo 2017
  1. Uno conoce tanta gente que parece estar ahí, a dos pasos, cuando en realidad se encuentra perdida en su propio mundo, inimaginable, después de haber cortado los puentes con el nuestro. ¿Cómo esperar una respuesta cuando se les interroga?

    Edward Hopper: Hotel junto a las vías

    Edward Hopper: Hotel junto a las vías

  2. ¡Despierta! Pasas la mayor parte del tiempo a la espera de que ocurra algo que de acuerdo a tu criterio merezca la pena ser tomado en cuenta. Si no estás alerta, eso y mucho más pasará de largo, sin que te enteres.
  3. Me ha costado tanto atreverme a hablar, me ha costado tanto hacerme oír, que renunciar a eso no solo es un sacrificio, sino también un muy deseado alivio.
  4. ¡Ahora, avanza! Dar el próximo paso te aterra. Quedarte detenido puede no ser un signo de firmeza, como planteas para no sentirte humillado, sino pura y simple indecisión.
  5. A veces (con frecuencia) uno lucha para comunicarse. Lucha contra su incapacidad para articular un discurso que tenga sentido, antes que contra los posibles interlocutores que lo dejaron pasar o malinterpretaron.
  6. ¡Detente! En este momento no vas por el mejor camino. Que alguien te lo diga, tal vez no te sirva de mucho, porque estás convencido de tus ilimitados poderes (para equivocarte, hasta que no puedas volver atrás, en este caso).

    René Magritte: Los amantes

    René Magritte: Los amantes

  7. El intento de comunicarnos, no siempre triunfa. Lo más probable es que falle por distintos motivos, y entonces uno se dice lo obvio: tomando en cuenta la experiencia, habrá que intentarlo de nuevo y con mayor cuidado.
  8. ¡Recuerda! O te dominarán las mismas debilidades del pasado.
  9. Si hay que encontrarle alguna ventaja a la humillación de verse traicionado por su propia incapacidad, es que al enterarse de lo sucedido, uno puede obtener la oportunidad de no seguir tan imbécil como hasta entonces.
  10. ¡Vigílate! No te conoces tanto como te hará falta un día de estos.
  11. ¡Apréndelo! Hay buenos tiempos, que no suelen ser eternos. Tampoco los malos duran tanto como prometen, aunque al pasar te hayan destruido.
  12. ¡Desmiéntelo! Te has alimentado de ilusiones infundadas. Ahora, no sabes cómo afrontar el desengaño. Mientras lo aceptes, quedan esperanzas de que algo hayas aprendido.
  13. ¡Alégrate! Tienes mucho que aprender, porque es bastante más lo que ignoras.

    James Ensor: Autorretrato con máscaras

    James Ensor: Autorretrato con máscaras

  14. ¡Retírate! Es mejor darse por vencido a tiempo, que sufrir una derrota irreparable.
  15. ¡Inténtalo de nuevo! Fracasaste una vez, pero no des por sentado que vas a fracasar siempre. Hasta por casualidad, uno puede acertar.
  16. ¡Alégrate! Cometiste muchos errores, que en otros hubieran sido imperdonables, y te dan la oportunidad de enmendar algunos.
  17. ¡Escúchate! Si pretendes hacerte notar, pero no tienes nada que decir, ¿por qué hablas? A veces, callarse un rato es lo mejor.
  18. ¡Relaciona! Si te conformas con los datos aislados que te alimentaron, será como si no existieras.
  19. ¡Piénsalo! Tal vez no valga la pena la mayor parte de lo que hasta hoy te entusiasma. Cuesta menos modificarte, que adelantar el duelo por tu muerte.
  20. ¡Conecta lo que sabes! Por poco que sea, es más de lo que creías, aunque no por ello puedes considerarlo inmune a la duda.
  21. ¡Contrólate! Estás a tiempo de no hacer algo de lo que tarde o temprano te arrepentirás. Por un instante, mírate como si ya lo hubieras hecho y considera las consecuencias. ¿Valdrá la pena?
  22. ¡Detente! La próxima vez que no pienses lo que haces, puede ser la última. Date más oportunidades de equivocarte y aprender del error, hasta que el acierto resulte tan fácil como respirar. Lleva su tiempo.
  23. ¡No compres afecto, ni lo vendas! Siempre cuesta más de lo que vale y no pasa de ser una insuficiente imitación de lo auténtico.
  24. ¡Escúchalo! Tal vez tenga algo que decir, y si después de oírlo demuestra que no lo tiene, ¡qué pena! pero siempre es mejor saberlo que darlo por supuesto.
  25. ¡Obsérvate! No des por sentado que ya te conoces. A nadie le cuesta más que a uno, verse con suficiente distancia.

    Raquel Forner

    Raquel Forner

  26. ¡Olvida lo que soñaste! Uno apuesta y algunas veces pierde y otras gana. Probablemente uno pierde más veces de las que gana. Esta puede ser una de esas en la que se fracasa, pero no por eso la definitiva.
  27. ¡Resígnate! Lo que has perdido, no vas a recuperarlo. Si por milagro ocurre lo contrario, celébralo. ¡Si no, basta de acumular duelos que te dificultan las decisiones!
  28. ¡Oye! ¿Qué estás diciendo todo el tiempo, sin pensarlo, ni darte la oportunidad de oírte?
  29. ¡Atiende! No me imagino ser el centro del universo, pero tampoco estoy aquí para que me ignores. ¿Quién te crees? Cuando halles la respuesta, avísame, para decidir si vale la pena intentar el diálogo.
  30. ¡Mírame! Tal vez yo no sea la visión más grata que puedas imaginar, pero mis errores te avisan cuál puede ser tu futuro. ¡Elude mis opciones!
  31. ¿Estás ahí? ¿Sabes qué estás haciendo? Cuando te observo, parece que te movieras en sueños, yendo hacia ninguna parte o (lo que resulta más probable) hacia tu perdición.

Lee el resto de esta entrada »


Baile de máscaras

27 junio 2015
James Ensor: Autorretrato con máscaras

James Ensor: Autorretrato con máscaras

No bajes tu máscara, hasta que tengas otra máscara preparada debajo. (Katherine Mansfield)

  1. Miente y sabe que la otra parte le está mintiendo también, a sabiendas de que le han mentido antes y no planean mostrarle nunca la verdad. ¿En ese momento en el que ya no hay sitio para el disimulo, no están todos a un paso de la sinceridad? Puede ser, pero no habrán de darlo.
  2. ¿Quién es realmente aquel (aquello) que afirma ser? Comenzar por creer que el otro es sincero, es aceptar un juego basado en la mentira de una de las partes, bajo la hipótesis de que ambas deberían ser sinceras.
  3. Detrás de esa máscara, si tratas de quitarla, encontrarás otra máscara, que debería disuadirte de continuar investigando, porque lo más probable es que solo encuentres nuevas máscaras donde esperabas hallar un rostro.
  4. No es malo descubrir que lo palpable, lo que se exhibe con desparpajo, no pasa de ser una máscara, detrás de cual hay algo menos fácil de mostrar. A partir de allí puedo decidir si los desenmascaro o solo tomo distancia para que no me engañen.
  5. No me pidas que sea demasiado sincero contigo, porque a pesar del afecto que siento por ti, la verdad podría lastimarte. Si mi contención no revela que me preocupa tu respuesta, habré perdido el tiempo. No será la primera vez.

    Franz Maxereel: La Idea

    Franz Maxereel: La Idea

  6. No esperes que me comprometa a no mentirte nunca, porque a pesar de mi buena voluntad, más temprano que tarde voy a desengañarte, y entonces solo será tu responsabilidad, por esperar demasiado de mí.
  7. Puede ser que alguien no sepa que está mintiendo. Engañarse a sí mismo, parece ser la primera condición para adquirir la confianza, que luego permitirá engañar con éxito a otros.
  8. ¿Por qué llegamos a sentirnos tan confiados ante una máscara? Porque damos por sentado que es falsa y nos permitimos suponer que detrás de ella hay un rostro que se oculta. Después de todo, son dos certezas que no anuncian desengaño.
  9. Como estableció George Orwell en 1984, con que dos o más crean en una falacia, basta para que ésta alcance la tentadora consistencia de una verdad irrefutable. Ese acuerdo cuesta menos que eludir el engaño.
  10. Cuando mientas a otros y te mientas a ti, busca al menos un testigo que te garantice el compromiso de no volver atrás cuando te arrepientas.
  11. Síndrome de Estocolmo: aquellos que actúan primero, sin pensar en las consecuencias, son quienes ponen las reglas que los otros creen necesario aceptar.
  12. No hay reglas que nadie respete. Los adversarios lo están advirtiendo, no necesariamente con palabras. Parte fundamental del juego es elaborar una mascarada verbal, que distraiga de las evidencias mudas.
  13. Desde hace un tiempo, nadie es lo que aparenta. Lo menos probable es ser precisamente lo que uno cree ser. La sinceridad es hoy tan rara como la ausencia de contradicciones.

    James Ensor: Máscaras

    James Ensor: Máscaras

  14. Agradezco el gesto de buena crianza de quienes me presentan una máscara convencional, en lugar de la desnudez intolerable de un rostro vacío.
  15. Ser y parecer: cuando la autoimagen es demasiado bella, conviene sospechar que algo falla. Probablemente nos estemos cayendo a mentiras.
  16. Ser y parecer: cuando la autoimagen es tan horrible que apartas la vista, desconfía. Te has convertido en tu peor enemigo, y si no te detienes a tiempo, te derrotarás. Eso no te costaría demasiado.
  17. No existe la inmunidad definitiva contra la falsa conciencia. Cuando afloja el autocontrol, no tardan en consolidarse mitos que luego cuesta desarraigar.
  18. Marginados, resentidos, huérfanos, ingenuos: todos los que hubieran rumiado solos su frustración, fueron convocados a la gran hermandad de los que no importa cómo, mientras siguen a un líder providencial, van a conseguir de inmediato lo que desean.

    Paula Rego: Virreina aborto

  19. ¡Ay, los salvadores del mundo! Poco importan si están realmente convencidos de su misión sagrada o solo intentan convencer a quienes podrían seguirlos: gracias a la máscara que elaboraron, pavimentan el camino del infierno.
  20. Los confundidos hallan siempre la oportunidad de aferrarse a una certeza, por inverosímil que sea. Los agresivos encuentran un objeto al que se dedican a destruir. Los huérfanos reclaman interminablemente que se fijen en ellos. Juntos, imaginan que tienen algo en común: todos están perdidos.

Lee el resto de esta entrada »


Animus jocandi: regreso a la vida absurda

18 abril 2015
Ludwig Wittgenstein

Ludwig Wittgenstein

Lo que se deja expresar, debe ser dicho en forma clara; sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar. (Ludwig Wittgenstein)

  1. Dolorosa carencia de sentido que exhibe la realidad, en alguna de las tantas celebraciones colectivas. No hay que buscar demasiado para encontrar el generalizado dolor que encubre el acuerdo de divertirse en compañía.
  2. Divertirse, olvidar que la vida reclama algún sentido para que uno la tolere, abandonarse al vértigo de no pensar: tal es el proyecto que se ofrece como si no hubiera alternativas. ¿Quién se atreve a rechazar la oportunidad sin tener que dar detallas explicaciones?
  3. La gente seria estorba. ¿Quién no siente la tentación de cerrarle la puerta en las narices, antes de que contagien su afán de responsabilizarse de todo, a quienes se habían planteado ser felices, al menos mientras les esté permitido?
  4. Hay que aprender a jugar en las circunstancias adecuadas, como hay que aprender a responsabilizarse del juego todo el tiempo.
  5. Durante las celebraciones, gracias a un proyecto que inevitablemente se encuentra vacío, cada uno evita llegar a la conclusión de estar demasiado solo.
  6. En el caso (improbable) de que pudiera poner algún orden en mi vida, yo me conozco bien: dudo que me pusiera en condiciones de disfrutarlo.
  7. El irresponsable consigue causar la mejor impresión en quienes deseaban ser engañados, antes de dejar al descubierto su corrosión sistemática de cada una de sus improbables promesas.
  8. Mi desorden puede resultar molesto para los demás, que en ocasiones lo observan, pero al menos puedo reconocer que es mío y se lo atribuyo a nadie más.

    Grete Stern: Collage

    Grete Stern: Collage

  9. El orden que viene de afuera, suele serme impuesto sin consultarme. Aunque me ayude más de lo que reconozco, sigue pareciéndome ajeno y con cierta frecuencia odioso.
  10. ¡Tantas bofetadas recibes de la realidad! En buena hora llegan, lo reconoces, porque te obligan a despertar, cuando hubieras podido continuar (encantado) rumbo al desastre que gracias al desengaño tal vez evites.
  11. Estar en completo control de mi vida no pasa de ser un sueño, en ocasiones agradable, difícil de alcanzar y con mayor frecuencia irritante. ¿Qué harías después de verificar que triunfaste y nada se te resiste?
  12. Oponerse a un alud de sin sentido, exige una decisión que a veces resulta insuficiente. Cuesta menos abandonarse a la murga de los celebrantes, que ponerse al margen y recibir la rechifla.
  13. ¿Acaso el deslumbramiento inocultable del absurdo te impide reaccionar cuando estalla? No vas a tolerarlo, eso lo decidiste. Quizás no lo derrotes, pero al menos lo enfrentas. Eso le da sentido a tu vida.
  14. ¿No sería muy bueno entenderse con el adversario y dedicar todas las energías a conseguir lo que a todos nos beneficia? De acuerdo a las evidencias reiteradas, ese logro inicial es imposible.
  15. Algo no encaja. Cuando buscas un acuerdo, te responden con nuevos conflictos, y cada vez que planteas algo que desafía la opinión dominante, recibes la indiferencia. Aunque no se la haya declarado, reconoce que estás en guerra.Fuegos_articiales
  16. No te sumas a la mayoría que decidió atrincherarse en la fiesta del sin sentido. Las danzas macabras del Medioevo no eran menos funerarias en su resignación aparente.
  17. ¡Qué claro se vuelve todo, cuando sabes (tras un examen cuidadoso o un impulso que no te detienes a pensar por segunda vez) a qué te opones, pero solo se trata del primer paso que debes dar de inmediato, porque no puedes quedarte inmóvil!
  18. De la fiesta al duelo, no hay tantas diferencias. En ambas dejas de cuestionar quién eres, de dónde vienes, adónde vas, para concentrarte en nada más concreto que tus sentimientos de ahora.

    James Ensor: Autorretrato con máscaras

    James Ensor: Autorretrato con máscaras

  19. Alguien debe encargarse de las tareas que menos te agradan. Haz un esfuerzo y sonríe. Da la casualidad que esta vez ha sido tu turno y en vano esperas que te reemplacen.
  20. Animus jocandi: nada te importa demasiado, nada esperas de ti, archivas cualquier proyecto, mientras el vértigo del absurdo se proclama vencedor de ya no importa quién (puesto que quedaste en el camino) y para siempre.
  21. ¡Olvidarme de mí, entregarme a lo que se dé, siempre y cuando esté de moda, ser aceptado por la mayoría, no verme cuestionado en nada…! Las fronteras del paraíso que me ofrece el conformismo pueden revelarse pronto como los muros de una prisión. Una vez que los franqueas, no solo me protegen. ¿Acaso dejan abierta alguna salida?

Lee el resto de esta entrada »


Detestables indolentes y parásitos

3 junio 2014
  1. No hacen nada que valga la pena tomar en cuenta. Se dejan estar, juntando mugre mientras tanto, como quien acumula intereses en su cuenta de ahorros. Pretenden ser los exponentes máximos de alguna vaga reivindicación que ni siquiera se toman el trabajo de plantear. A la larga, heredarán el universo.

    Edward Hopper; Pintura

    Edward Hopper; Pintura

  2. La misión en la vida de los indolentes es evitar el menor esfuerzo, mientras puedan despertar la piedad ajena, que obliga a unos cuantos imbéciles a rogarles que se dejen alimentar, porque de otro modo morirán de inanición, para el eterno remordimiento de quienes pudieron haberlos salvado. ¿Cómo consiguen controlar de tal modo las fantasías redentoras de sus víctimas?
  3. Están convencidos de que la Providencia Divina les debe algún favor por no haber hecho nada que altere la situación actual del universo. Como todo lo que se espera, puede llegar. Si no sucede, tampoco habrán invertido mucho.
  4. Han convertido la inacción en un deporte y quieren competir con otros, para comprobar quién hace menos.
  5. ¡Bienaventurados los parásitos, porque su sola existencia indigna más que mil denuncias de situaciones injustas!
  6. Aunque los seguidores de Buda sostengan que en este mundo pasajero, hasta el piojo tiene tanto derecho a vivir como un ser humano, debo haber evolucionado poco, porque me niego a que lo haga a mis expensas.
  7. Hay los indolentes del Poder, que acaparan los privilegios más odiosos y no dan nada a cambio, y los marginales, que solicitan la inmediata compasión de cualquiera, porque los recursos más elementales les habrían sido negados. ¿En qué se parecen? Todos reclaman que los mantengamos.

    James Ensor: Máscaras

    James Ensor: Máscaras

  8. Con tal de no hacer nada que altere su actual disfrute de una buena posición que no merecen, los indolentes prefieren exponerse a que sus críticos les corten la cabeza. Cualquier cosa, menos el esfuerzo que requiere un cambio.
  9. Aquí o allá, las instituciones demuestran su evidente incapacidad para reconocer el mérito de los que producen y premiar a quienes solo aparentan hacerlo. Si sucediera lo contrario, serían tan exitosas que los parásitos las dinamitarían.
  10. No se necesita demasiado estímulo para que un burócrata no haga nada, pero una vez que su situación queda al descubierto, disculpar la inactividad le requiere con frecuencia el gasto de mayores energías que las requeridas por hacer aquello que correspondía.
  11. Nada los alienta a creerse el centro del mundo, pero actúan convencidos de que no tampoco hay nadie capaz de contrariarlos. Si algo o alguien se opone a esta convicción que parece desprovista de importancia, lo más probable es que despierte una fiera descontrolada, capaz de destruir a todo aquel que se le cruce en el camino.
  12. Pase lo que pase, no planea moverse de donde está. Habrá que ver si alguien considera posible quitarlo de aquello que él ha designado como su territorio, porque lo defenderá con uñas y dientes, como si no pudiera estar más satisfecho de la evidente poquedad que retiene.
  13. Los incapaces revelan una habilidad suprema cuando se trata de perpetuarse en instituciones que miran para otro lado cuando gente como ellos se introduce, no importa cómo y prometen que no habrán de cuestionarlas.
  14. Descansaría mejor, se dice, si no divisara tantos intrusos merodeando su preciado territorio, una situación que basta para ponerlo en alerta y estimular su defensa, aunque no haya comenzado ninguna agresión.
  15. ¡Quizás no suela mover un dedo para detener las injusticias que al parecer otros sufren, demasiado lejos para que él se entere, pero lo verán desplegar todo su ingenio, sus contactos y una envidiable falta de escrúpulos si se atreven a cuestionarlo!

    Jan Lenica: Rinocerontes

    Jan Lenica: Rinocerontes

  16. No moverse del sitio que les pertenece, ni tomar decisiones que conlleven el menor esfuerzo, son privilegios que algunos pocos disfrutan. La inactividad proclama: yo soy el que soy y nadie más que un imprudente se atreve a desafiarme.
  17. El parásito nos advierte que es mejor pensar dos veces antes de acusarlo de no producir nada, porque pocos hay más rápidos que él, cuando se trata de defender alguno de sus privilegios mal habidos.
  18. Para que un parásito se mueva del territorio donde se atrinchera, con la intención de continuar allí hasta el final de los tiempos, se requieren al menos tres condiciones: 1) que pueda sacar algún provecho personal del esfuerzo empleado, 2) que al actuar logre impedir que alguien más se beneficie; 3) que sus superiores lo vigilen.
  19. No es fácil redimir a los indolentes de los hábitos que en mala hora adquirieron. No hay nada que justifique el intento. En lugar de agradecer a quienes pretenden auxiliarlos, no es improbable que se defiendan con uñas y dientes.
  20. Los indolentes no suelen ser aquello que está a la vista, porque la Naturaleza les haya impedido alcanzar un estado más digno. Se empeñaron en serlo y no renunciarán a un proyecto como ese, que tanto aman y ha llegado a convertirse en reflejo condicionado.

Lee el resto de esta entrada »


Carnavales

1 marzo 2014

  1. Ser y parecer: la vieja contradicción no termina de resolverse, pero al menos queda planteada en mi conciencia, y mientras la percibo me rescata de la estupidez por un rato.

    James Ensor: Autorretrato con máscaras

    James Ensor: Autorretrato con máscaras

  2. Solo se trata de un juego de alcances limitados y nada más que un juego. Me autorizo a denostar aquello que suele ser lo más respetado para la mayoría. Puedo burlarme incluso de aquello que más temo. Cuando dejo de reírme, ¿acaso he logrado avanzar un paso?
  3. ¿Quién eres tú? No me lo digas aún. Si confundiera tu máscara con la realidad, merecería que te burles de mí, que he demostrado ser tan imbécil que aún no me disfrazo.
  4. ¿Por qué andas con tu cara al descubierto? Perturbas a quienes te observan detrás de la protección que brindan sus máscaras. La desnudez es algo que se promete, que se exige, pero no se sabe qué hacer con ella cuando se da. Lee el resto de esta entrada »

Infierno y Paraíso de los incautos

1 agosto 2013

James Ensor: Máscaras

James Ensor: Máscaras

  1. ¿No era evidente la falsedad del interlocutor, que le hubiera permitido tomar precauciones que neutralizaran sus agresiones? Quizás, pero el incauto miraba para otro lado, convencido de ser invencible.
  2. Es difícil encontrar a alguien que consiga ser más feliz que un incauto, entre una decepción y la siguiente. Por suerte o por desgracia para él, oportunidades de ser estafado nunca habrán de faltarle. Lee el resto de esta entrada »

Discreto círculo del Lobby

2 febrero 2013
Franz Masereel: La ciudad

Franz Masereel: La ciudad

Lobby: Cabildeo, negociación de antesala, influencia no declarada sobre los poderes públicos, con el objeto de favorecer intereses privados.

  1. El Poder es como el horizonte. A medida que uno cree haberlo alcanzado, descubre que se encuentra más allá. Eso, que desalienta al común de los mortales, no desalienta a los gestores. Ellos hacen su negocio del desánimo de la mayoría.
  2. Hay quienes se encuentran dispuestos a pagar servicios que no les hacen falta, como hay servidores dispuestos a vender una ayuda que no van a suministrar.
  3. Crees que no puedes valértelas solo en tu diálogo con el Poder atemorizante. Cuando eso queda al descubierto, no te asombre que surjan aquellos que van a impedirlo con la excusa de presentarse ellos para facilitar las cosas. Lee el resto de esta entrada »