-
Contra la hipótesis de Rimbaud, al infierno se llega para quedarse. En el mejor de los casos, te acostumbras, pero eso no constituye el menor consuelo.
- Pudo haberlo hecho de otro modo, menos torpe. Solo ahora, que es tarde, lo advierte.
- Tapó el sol con un dedo. Pudo considerar que había triunfado. Hoy sobrevive para contemplar su estupidez irreversible.
- El daño que causó, está hecho. Cuando imagina las alternativas que dejó pasar, su responsabilidad no disminuye. Está condenado, aunque repetidamente se arrepienta.
- El pasado sigue ahí, como si no acabara de suceder, como si todavía no hubiera sucedido y nadie (comenzando por ti) fuera capaz de evitarlo. ¿Cómo apartar los ojos de lo que por nada del mundo se quiere ver? Lee el resto de esta entrada »